
Cuando tuve que leer este libro, para el colegio, estuve bastante intrigada por su título, ya que deja mucho que pensar. Realmente no tiene mucha conexión con la historia, pero el epílogo de la portada si, “No bailéis con la muerte”. Cuando leí eso, pensé que sería otro libro sobre asesinatos, y estuve casi cerca. El epílogo calza perfecto con lo que hacen los jóvenes constantemente en la sociedad del día de hoy, salen los fines de semana a discotecas y consumen todo tipo de alcohol y drogas, sin pensar en las consecuencias que esto puede traer. Por las drogas modernas y los aparatos tecnológicos que mantenían a la protagonista con vida, se puede dar cuenta que es una historia ambientada al siglo XXI, desarrollada en una ciudad de España. Tiene un final típico, pero me gustó bastante el hecho de saber que la protagonista despierta del coma por su propia vida.
Este libro te enseña realmente lo que es el valor de la vida, en muchos ámbitos. Que para ser feliz, divertirse y sentirse pleno con uno mismo, no es necesario utilizar drogas, ni ser estéticamente delgado, realmente este libro me enseñó muchas cosas, entre ellas, que la vida es una sola, y hay que disfrutarla al máximo, siendo libres de una forma sana, por que después de todo no se necesita mucho para sonreír. También, que poner en riesgo tu vida, e incluso una vida ajena, puede destruir familias, amistades y relaciones. A veces las personas tratan de manipular a otras, siendo egoístas sin pensar en la felicidad de las personas que nos rodean, y de como todo lo que dices o haces afecta al resto. Sinceramente es un libro que nunca olvidaré.
"Todos están ahí abajo, junto a mi cuerpo, tratando de salvarme, de conseguir que ese yo que ahora flota vuelva a mi otro yo físico. Los veo desesperarse, me inyectan cosas, se gritan unos a otros dándose órdenes, manipulan los aparatos. No saben que la decisión es mía.”
Josefa Schultz León
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